miércoles, 17 de julio de 2013

Adiós querido Cuco.

"Aquello que en la vida nos causa pena, al verlo representado nos da placer" dice Berta Hiriart.

Por eso el cine y el teatro, y el arte en general, habla (y nos seguirá hablando hasta el fin de nuestros días) del amor y las relaciones humanas, en primer término, y de los sueños, las esperanzas y las frustraciones. En resumen, hablamos de la vida que es todo lo que tenemos y, por consiguiente, de la muerte que es el destino inevitable de todos los seres que venimos a este mundo. Es, por mucho, la única certeza de estar vivos. Linda ironía se le ocurrió a la vida. 

A propósito, me recuerdo que Fernando Contreras lo dice hermosamente en su libro Cierto Azul: "El Futuro es el nombre que inventamos para sostener esta incertidumbre de estar vivos." En todo caso, esto será tema de otra entrada. 

Afiche de la 1ᵅ temporada de Adiós querido Cuco, Costa Rica.

Adiós querido Cuco es la obra infantil con la que su autora, Berta Hiriart, obtiene el Premio Nacional de Teatro para Niños en 2004 en México. No es para menos que haya obtenido este reconocimiento. El texto nos cuenta una historia conmovedora, "feliz y triste a un tiempo" (según uno de los pajarracos actores), la historia de Pola, una niña de 7 años que deberá enfrentarse a la muerte de Cuco, el amado perro de su abuela Titina. Pola tendrá que aprender a enfrentar su proceso de duelo, ese inevitable sufrimiento que atravesamos todos cuando perdemos un ser querido, atravesando diferentes etapas que le presentan retos diferentes: la negación, el pasmo, la rabia, la angustia, la tristeza, la culpa y por último la aceptación.

El texto está estupendamente estructurado. El hilo de la narración está a cargo de tres pajarracos locos, son éstos quienes se transforman en los personajes de Cuco, Titina y Pola y nos representan la historia. Las transiciones temporales son adecuadas y el texto presenta rompimientos bastante jocosos a cargo de los pajarracos, un humor que trasciende de lo "puramente" infantil sin duda. En general, la obra puede ser disfrutada por personas pequeñas y adultas por igual, al final el proceso de duelo lo enfrentamos a cualquier edad. 

Marcela Jarquín, Andrés Blumberg y Xinia Rojas.
Fotografía: Alexander Photography

La puesta es dirigida por Andy Gamboa, actor formado en el Taller Nacional de Teatro de Costa Rica quien posteriormente viajó a México para especializarse en dirección. “En Costa Rica, no estamos acostumbrados a llevar a los niños al teatro, debido a la falta de espacios dedicados a ellos. O bien, solo se presentan obras que no dejan en ellos un mensaje real, haciéndolos creer que todo en esta vida se arregla gracias a seres mágicos. El nuevo teatro infantil, busca además de entretener, dejar en sus jóvenes espectadores una enseñanza”, dice el director. 

El montaje es ágil y atractivo. La estética escogida para los elementos escénicos es colorida y tienen ese efecto (para los grandes) de hacernos recordar cuando mirábamos con ojos de niño. Con todo, los recursos son pocos pero suficientes y bien utilizados. Las actrices y el actor lograron imprimirle un ritmo fluido a la puesta. Director y actores logran crear imágenes que permanecen con nosotros. 

En otro aspecto, el gran tema secundario que subyace a la puesta es el amor que se ha desarrollado a las mascotas. Perros, gatos y otros animales domésticos (gallinas, ¿por qué no?) se han convertido en seres importantes de las familias a los cuales también se les otorga derechos. 

Adiós querido Cuco finaliza su segunda temporada este fin de semana, con función el domingo a las 11:00am en el Teatro Impromptu Giratablas, en San Pedro, Costa Rica. Sinceramente, espero que el futuro le depare más temporadas a esta puesta. 

La vida (y la muerte) me han hecho escribir estas líneas al tiempo que enfrento el fallecimiento de una gran persona. Porque a veces el problema no es la muerte en sí sino las circunstancias en las que se da. Pero bueno, eso es otro tema. Retomo la moraleja de la obra que nos viene a bien: todo lo que empieza acaba, pero también todo lo que acaba trae algo nuevo.