Las nubes vienen y se van y vuelven a venir. Somos una nube negra, somos lo que hacemos y lo que arrastramos. Ahora que todo está dicho, ahora que no quedan islas ni mares, ahora que estamos solos. Un lugar donde aparcar nuestras ideas bajo este cielo oscuro es necesario.
domingo, 26 de diciembre de 2010
De ese momento cuando el día está por morir.
Pocas cosas me conmueven lo suficiente, me hacen vibrar rincones que no recuerdo que tengo y me trasladan a un estado en el que concluyo que la vida es mucho más de lo que aparenta.
Ese preciso instante, de efímera duración, en el que el día llega a su fin y el cielo, la tierra y todo lo que habita en ella, se baña de una tonalidad indescriptible. Ya me gustaría ser poeta...
Desde luego, este recordatario de nuestra pequeñez no ocurre todos los días.
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