Adentrarse en este mundo, complejísimo, que miles de habitantes han tenido a bien denominar Blogósfera, me resulta en cierto sentido extraño, particular, pero rotundamente atractivo. No es momento de hacer acá un tratado sobre la cultura del mundo-blog (hermosa y moralmente encomiable por cierto) o las maravillas y desdichas de la tecnología moderna. Cabe más bien trazar las líneas generales de lo que será, por mucho tiempo espero, este cielo gris.
Empezar diciendo que si han llegado hasta acá es porque andamos por buen sendero. Ahora bien, continuar con un sencillo porqué. Si bien la idea de este sitio surge a causa de una negra nube que ha oscurecido mi horizonte interno, no busquen ustedes encontrar acá malas noticias, relatos de desamor o melancólicas nostalgias. Podría ser que las llegue a haber, pero pretendo de este espacio mucho más que eso. Todo lo que de buena gana salga de mi mente y que la vida vaya soltando por ahí es susceptible de aparecer por acá. El único objetivo: que disfrutemos juntos de todas la nubes que esperan, suspendidas en el cielo, que las pesquemos con una caña de imaginación. Ya he dicho que no todo cielo gris anuncia tormenta...
En todo caso, no desgastemos el doble sentido y sincerémonos diciendo que nuestro nombre es inspiración de su excelentísima persona Joaquín Sabina. Con esto dicho no hay cómo hacerse el tarugo.
Bienvenido y bienvenida visitante, póngase cómodo, alístese un café, un mate, un té de lo que sea (el aguardiente se lo dejamos opcional). Préndase un cigarrito, y disfrutemos juntos de tumbarnos boca arriba y encontrarle forma a este cielo infinito. Burlémonos juntos de ese bellaco sol que se oculta detrás de nuestro gris telón. Y por favor, ya que probablemente ha caído por estos lares debido al azar, que el azar no sea culpable de olvidarnos. Vuelva pronto que ya con el tiempo aprenderé el oficio de cultivar un blog...
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