sábado, 22 de enero de 2011

De los libros y las emociones.

Libros digitales. He acá una falacia colosal. El principio del libro digital, por muy ecológico que sea, atenta contra la cultura misma de la lectura, atenta contra los más sagrados principios del lector y la literatura.

¡Ah, extremismo literario! -dirán algunos-, ¡puro idealismo sin fundamento!. Y escupirán al piso, golpearán con el puño la mesa y aullarán maldiciones.

Un servidor es, sin duda, romántico en el asunto. Pero qué se le hace... Leer un libro es un acto casi espiritual, trasciende lo racional... Una historia literaria, bien contada, pone en funcionamiento un elemento fundamental del ser humano: la imaginación.

Pasar cada página, de las múltiples formas posibles para ello (mojarse el dedo con la lengua, soplar levemente entre páginas juntas, doblar levemente la esquinita con el índice) implica un acto inseparable de la lectura. En cada página se va dejando un poco de uno mismo: el instante de tu ser que fuiste en ese momento, las sensaciones que te provocó la historia... todo esto va quedando en cada página, como si al leer fuéramos nosotros mismos agregando una historia nueva que, quizás, dentro de mucho tiempo, cuando tomemos de nuevo ese libro y pasemos sus páginas, leeremos junto a la historia original.

Cada hoja se impregna de un momento específico de nuestro ser; y con cada hoja nuestro interior se llena de algo que antes no tenía.

Portar el libro, andar junto a él, fiel compañía en momentos de múltiples significados. Entrar a un café, rrecostarse a un árbol, leer frente al mar. Una pantalla no iguala ese fenómeno cuasiespiritual. Porque los libros son, en cierta medida, los únicos que nos insinúan que el ser humano puede ser algo más que carne y odio.

Los libros, el olor a tinta, a hojas nuevas o añejas, las portadas, sus pastas o cartones; su elaboración, aún por mecánica que sea, pasó por las manos de otro ser humano.

Atesorar el libro, poseerlo...

¿O es que acaso en el 2476 (si es que hay ser humano o planeta para entonces) podrá conservarse con tanto simbolismo y emoción la edición electrónica de algún bestseller del 2023, como las primeras ediciones de El Quijote o la edición conmemorativa de 100 años de soledad se conservan hoy y siempre?

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